domingo, 12 de enero de 2014

Las mujeres víctimas de violencia afrontan, por lo menos, 15 secuelas


Las mujeres víctimas de violencia afrontan, por lo menos, 15 secuelas
Lo que más extraña María (nombre protegido) es ver el rostro de sus tres hijos. A partir de ahora, solo recordará las sonrisas de sus niños, aunque ellos sigan creciendo. Ella quedó ciega el 30 de junio pasado. El hombre con el que se casó hace 12 años le provocó graves heridas en los ojos y en la cara con una botella rota. Ese fue el desenlace de una vida de maltratos y humillaciones. La tragedia sucedió en Otavalo, Imbabura. En su recuperación fue atendida en dos hospitales públicos. Además de un crédito que había hecho para una vivienda, se gastó alrededor de USD 2 000 en la compra de medicinas, trámites y gastos de movilización. Fue operada una vez. Le extrajeron los lóbulos y los tejidos destruidos de los dos ojos. Además, le suturaron ocho heridas en su rostro y dos en el dorso de los dedos de su mano derecha. Los médicos no lograron salvar su visión. La agresión de María sucedió un domingo. La mayoría de casos de violencia intrafamiliar se registra los viernes, sábados y domingos, según el jefe de Emergencias de una casa de salud pública. Los más comunes son cortes, golpes contundentes y quemaduras. Lo ocurrido con la mujer en Otavalo fue tomado por la Justicia como un intento de asesinato y femicidio. La Fiscalía no registra datos de este delito, pero especifica que en todo el país se denunciaron 929 casos de lesiones por violencia intrafamiliar entre enero y octubre pasado. Ahora la mayor preocupación de María son sus tres hijos, quienes presenciaron la agresión. El niño de nueve años tiene pesadillas. Él y sus hermanos recibieron ayuda psicológica al inicio. Ana Basantes, de la Unidad de Violencia contra la Mujer de Otavalo, considera que seguir recordándoles el hecho es revictimizarlos. El estudio 'Los costos intangibles de la violencia doméstica en Latinoamérica y el Caribe', publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en agosto pasado, asegura que la violencia doméstica afecta también a los niños y niñas, especialmente a los que son menores de seis años de edad. Esto ocurrió con los tres hijos de Fernanda (nombre protegido). Ellos vieron a su madre sangrando, tendida en la cama. Su esposo la apuñaló en la espalda, a la altura de la columna vertebral. Ahora ella no puede caminar y depende de una silla de ruedas para movilizarse. Ya no puede trabajar limpiando departamentos y viviendas. En la actualidad, es vendedora de caramelos y habas. María, en cambio, logró mantener su empleo. Pero mientras sanaban las heridas, dejó de trabajar 75 días. La empresa donde labora la acogió nuevamente aunque sus ojos cafés ya no pueden ver. Un estudio elaborado por el Programa para Combatir la Violencia contra la Mujer de la Cooperación Alemana reveló que las microempresarias ecuatorianas dejan de trabajar, en promedio, 54 días y pierden USD 370 al año como resultado de la violencia de género. El documento señala que anualmente se generan en el país pérdidas de ingresos entre USD 8 millones y 49 millones. Las secuelas en la mujer María conoció a su esposo cuando eran adolescentes. El peritaje psicológico realizado al hombre reveló que es posesivo, controlador y se sentía dueño de ella. Pero la mujer no denunció y la violencia se fue incrementando. Angélica Cruz, licenciada en Trabajo Social y quien atiende a mujeres víctimas de violencia, señala que el problema es que se acostumbran a ser violentadas y crean una dependencia emocional con el agresor. "Son víctimas de insultos y ridiculización. Entonces ellas llegan a creer que no sirven para nada, que son tontas". Tras recuperarse de sus lesiones físicas, María acude a terapias de ayuda psicológica. Le aconsejan que siga adelante por sus hijos y que sea firme en el momento de guiarlos y dócil porque son niños. Además de las secuelas psicológics en las mujeres, Cruz dice que se presentan síntomas como taquicardia, temblores, sudoraciones no comunes, insomnio, fatiga, desconcentración y falta de capacidad para tomar decisiones. El estudio del BID muestra también que la tasa de anemia aumenta en 9% en las mujeres que sufren violencia de cualquier tipo, y en 15% con violencia física grave. Pero lo que más le molestaba a Rosa (nombre protegido), otra víctimas de violencia intrafamiliar, era la sensación de ahogo, de tener un nudo en la garganta. Su esposo la agredió por más de siete años. Recuerda que él le decía que la castigaba porque ella lo traicionaba con otros hombres. Le prohibía salir con amigos, compañeros del trabajo y hasta con familiares. Hubo un día en el que incluso le pidió que renunciara a su empleo. El agresor de María tenía una actitud similar. Pelearon varias veces porque decía que tenía "amantes", aunque ya estaban separados por cerca de un año. En la audiencia, él aseguró que actuó bajo los efectos del alcohol y movido por los celos. Aquel 30 de junio, ella pensó que iba a morir. Pero, a pesar de todo, María está agradecida con Dios por seguir con vida. Ahora, con los USD 318 que gana al mes, paga la comida, luz, agua… "Siempre he mantenido mi casa y ahora con mayor razón porque el padre de mis hijos está en la cárcel". El 15 de noviembre pasado, el hombre fue sentenciado a 12 años y seis meses de reclusión. Tras la tragedia, un familiar le permitió mudarse a su casa y abandonó la vivienda que tenía con su cónyuge. Ahora sus hijos son sus ojos. La hija mayor le ayuda a cocinar y a lavar la ropa. María prepara los almuerzos para sus niños una noche antes. Dónde denunciar Las agresiones físicas contra las mujeres se pueden denunciar en las unidades Judiciales de Violencia contra la Mujer y la Familia. Estos juzgados reemplazaron a las antiguas Comisarías de la Mujer. En Quito, se ubican en Carcelén, Carapungo, Quitumbe, Ajaví, La Mariscal y valle de Los Chillos. Allí se puede denunciar agresiones y solicitar una de las ocho medidas de amparo previstas en la Ley de Violencia contra la Mujer (Ley 103). La denuncia se puede realizar por escrito o verbalmente en estas dependencias. Estas medidas son: Conceder boletas de auxilio a la mujer o demás miembros del grupo familiar, ordenar la salida del agresor de la vivienda, imponer al agresor la prohibición de acercarse a la agredida en su vivienda, trabajo o lugar de estudios. También están la de evitar que el agresor realice actos de persecución o intimidación a la víctima, reintegrar al domicilio a la persona agredida, otorgar custodia de los menores de edad a una persona idónea y ordenar el tratamiento para las partes. Si las agresiones causan una incapacidad para laborar mayor a tres días, son tratadas como delitos y conocidas en las Unidades de Flagrancia. Allí se puede tratar los casos como delitos de lesiones o como tentativa de homicidio. Punto de vista Marisabel Garcés. Psicóloga de la Unidad de Violencia contra la Mujer y la Familia 'La violencia contra la mujer causa agresividad' Las mujeres que llegan a la Unidad son valoradas psicológicamente. Entre las secuelas psicológicas que presentan están la sensación de abandono, de soledad y de indiferencia en el hogar. Son personas que sufren de baja autoestima, depresión y, si fueron agredidas físicamente, de síndrome de estrés postraumático. Las mujeres también presentan episodios de ansiedad y de agresividad/pasividad. Es decir que no hacen nada cuando son atacadas, pero se desquitan con los hijos, quienes a su vez se muestran agresivos en la escuela. Estas víctimas se sienten culpables de lo que les pasa y su lívido disminuye.

1 comentario:

  1. "El amor no debe doler. El amor implica confianza, protección, respeto a los gustos del otro, comunicación, caricias, ayudas al crecimiento emocional y espiritual. Consiste en compartir la vida con alegría, dialogar sobre las diferencias y preferencias, y respetar la integridad física, moral y espiritual de la persona amada".

    ResponderEliminar